Aspectos generales
La lumbalgia es muy común, aunque es un problema de salud grave para muchas personas y puede tener un impacto significativo en la calidad de vida.
Puede variar desde un dolor sordo y persistente hasta un dolor repentino, agudo o fulgurante. Puede aparecer de forma repentina (tal vez después de un accidente o un traumatismo físico) o manifestarse lentamente debido a una degeneración asociada a la edad. En algunos casos hay enfermedades paralelas que pueden intensificar los síntomas.
Alrededor del 80 % de la población sufre algún tipo de lumbalgia en algún momento de su vida, con afectación de cierta combinación de músculos, nervios y huesos.
Las enfermedades de los huesos y las articulaciones que provocan lumbalgia se pueden clasificar de varias maneras:
- Congénitas, si están presentes en alguna forma desde el nacimiento
- Degenerativas, si se deben al uso y desgaste
- Traumáticas, si se deben a lesiones
Los síntomas suelen tener su origen en la inestabilidad de la columna o en el disco, el hueso o los ligamentos que presionan el tejido nervioso.
Los tratamientos varían en función de la causa y los síntomas, pero estos son los pasos que puede seguir para mejorar su salud, reducir las molestias y reducir las probabilidades de sufrir lumbalgia crónica o duradera.
¿Quién padece lumbalgia?
La respuesta breve es que cualquier persona puede padecer lumbalgia, pero hay varios factores que pueden influir en el nivel personal de riesgo.
Tipos de lumbalgia
Los médicos suelen describir tres formas de lumbalgia:
- Dolor agudo: aparece de forma repentina y desaparece relativamente rápido; puede durar segundos u horas, hasta unos pocos días como máximo
- Dolor subagudo: inicialmente puede seguir un patrón similar al del dolor agudo, pero dura entre 4 y 12 semanas. Este tipo de dolor también puede instaurarse más lentamente a lo largo de ese periodo.
- Dolor crónico: puede aparecer rápidamente o instaurarse lentamente, pero tiende a asociarse a una duración superior a 12 semanas.
Síntomas de lumbalgia
La lumbalgia puede localizarse en un punto específico, ser generalizada, extenderse por toda la espalda o ser radial y seguir la trayectoria de los nervios que salen de la espalda hacia otras partes del organismo, como las nalgas, las piernas o el abdomen. La intensidad de la lumbalgia varía de una persona a otra.
En función del tipo, la causa y la localización de la lumbalgia, podría experimentar:
- Aumento del dolor al moverse o realizar tareas físicas
- Empeoramiento del dolor en reposo, al estar sentado o al estar quieto durante periodos prolongados
- Lumbalgia que va y viene en oleadas
- Alivio del dolor con las tareas cotidianas, a medida que los músculos se estiran y la rigidez se reduce
- Dolor que se irradia de la espalda a las nalgas, la pierna o las caderas
- Adormecimiento y hormigueo en la zona lumbar, el tronco o las caderas
Enfermedades
La lumbalgia puede aparecer de forma repentina (tal vez después de un accidente o un traumatismo físico) o manifestarse lentamente debido a una degeneración asociada a la edad de las estructuras vitales de la columna. En algunos casos hay trastornos inflamatorios y otras enfermedades paralelas que pueden intensificar los síntomas.
Problemas estructurales
La lumbalgia puede aparecer cuando se producen problemas en la estructura anatómica de la columna, es decir, los huesos, los discos intervertebrales, los músculos, los ligamentos o los tendones de la espalda.
Algunos casos de lumbalgia se solucionan con el reposo; algunos de estos son distensiones musculares o esguinces relativamente leves de músculos, ligamentos o tendones situados alrededor de la columna cervical, por lo general después de algún tipo de actividad brusca o extenuante.
No obstante, otros trastornos son más graves y pueden precisar intervención quirúrgica para lograr un alivio duradero de los síntomas. Estos trastornos pueden ser uno o una combinación de los siguientes:
Discopatía degenerativa: se produce cuando los discos intervertebrales de soporte se degradan con el tiempo, lo que reduce su capacidad de prestar soporte cómodamente a los movimientos cotidianos, con la consiguiente compresión de nervios y, en ocasiones, con liberación de proteínas que irritan los nervios cercanos.
Estenosis del conducto vertebral: es un estrechamiento de la columna vertebral que presiona la médula espinal y los nervios. Esto puede suceder a consecuencia de una artritis, una discopatía degenerativa, una espondilolistesis u otras enfermedades similares asociadas a inestabilidad de la columna.
Hernia o rotura de discos intervertebrales: la pérdida de integridad de los discos comprime e irrita los nervios cercanos. Esto casi siempre sucede en la región inferior o lumbar de la columna.
Fracturas vertebrales por compresión: se producen cuando el cuerpo de una vértebra de la columna se colapsa; a menudo provoca dolor intenso, deformidad y, en ocasiones, disminución de la estatura. Estas fracturas suelen producirse en la sección central o dorsal de la columna, y a menudo se deben a un debilitamiento del hueso por osteoporosis.
Espondilolistesis: se refiere a cuando una vértebra se desplaza de su sitio y comprime los nervios cercanos. Puede suceder en cualquier punto de la columna, pero es más común en la región lumbar.
Deformidad: puede ser idiopática o degenerativa; la forma de la columna dificulta el movimiento, produce una deformidad física visible o provoca molestias.
¿Cuáles son mis opciones de tratamiento?
La mejor manera de proceder para tratar su problema específico de columna dependerá de muchos factores, entre ellos:
- Su enfermedad
- Su edad
- Sus antecedentes médicos
- Si presenta otros problemas de salud en la actualidad
Su médico determinará cuál es el tratamiento más adecuado para usted y su situación individual.
La lumbalgia se suele tratar con una combinación de tratamientos conservadores, como fisioterapia manual, ejercicio, medicación y cambios en el estilo de vida.
Si los síntomas no mejoran con el tratamiento conservador, o si sus circunstancias hacen que no sean adecuados, el médico podrá recomendarle un tratamiento quirúrgico para mejorar la estabilidad de la columna.
Al prestar soporte a las partes debilitadas de la columna y eliminar los elementos que ejercen presión sobre el sistema nervioso del paciente, la intervención quirúrgica puede proporcionar un alivio eficaz de las molestias relacionadas con fracturas, ayudarle a recuperar la salud y a tener una mejor calidad de vida.